El pintor veneciano Jacopo Comin, apodado Tintoretto por la profesión de su padre, consiguió algo único con esta obra en la que se representa el momento en el que Jesús lava los pies de sus discípulos.
Desconcierta en esta obra la composición, que parece completamente descentrada, con el motivo principal del cuadro ubicado muy a la derecha, muy lejos de la parte central. Desconcierta, también, la perspectiva y los tamaños desproporcionados.
Y ese desconcierto se convierte en asombro cuando sabemos que este obra se hizo para ser vista desde un lateral, con los espectadores más próximos a la parte derecha (con Jesús y los apóstoles que se están lavando en ese momento en primer plano).
Os dejo este vídeo del propio Museo del Prado, comentado por su director Miguel Falomir.