Siempre me había parecido increíble -literalmente increíble- que muchos de los acusados antes la Inquisición por no ser de sangre limpia fueran delatados por sus propios vecinos.
Y aún más increíble (por la cercanía en el tiempo) que muchos de los acusados de ser de uno u otro bando durante la Guerra Civil y la posguerra fueran delatados por sus propios vecinos.
Increíble, literalmente, como decía. Sin embargo, cuando veo la facilidad con la que los vecinos están acusándose hoy en día por saltarse el confinamiento, ya me creo todo. Ojo: si tras esa acusación hay un sentimiento sincero de denunciar para beneficiar al pueblo puedo entenderlo. Pero si el sentimiento es del tipo: “no me quedo yo en casa para que ese ande por ahí de paseo” que no cuente con mi apoyo.