Este síndrome se refiere a una enfermedad social que afecta principalmente a varones que viven recluidos, generalmente en sus propias habitaciones, teniendo la tecnología prácticamente como único contacto con el mundo exterior.
Sucede sobre todo (pero no solamente) en Japón. Debido a la idiosincrasia japonesa, no se suele forzar a estas personas a abandonar su situación, y se les proporcionan los medios necesarios para que puedan seguir haciendo su vida: el resto de la familia se encarga de que tengan comida, de prepararles un baño al que puedan acceder, etc.
No hay consenso sobre cómo debe tratarse (la medicina occidental opta por sacarlos de ese ambiente, incluso de forma brusca; la medicina japonesa prefiere una opción más suave y gradual, manteniendo un contacto permanente con el enfermo e intentando que se vaya integrando poco a poco en la familia y, a continuación, en la sociedad).