Las nuevas tecnologías en general e Internet en particular ha hecho que los buenos consejos se mezclen con los malos gurús. Hablo de la educación.
Vemos a profesores sin ilusión (aparente) y con métodos obsoletos (aparentemente) y rápidamente proponemos soluciones que nos parecen más que lógicas. (Yo también). Pero quienes proponemos esas soluciones tan sencillas nunca nos hemos enfrentado (enfrentado, la palabra dice demasiado) a grupos de 25 chavales sin apenas motivación para aprender y motivación excesiva por hacerse notar. Y los papás decimos que los profesores son quienes tienen que buscar orientar bien esa motivación. Y los profesores dicen que qué caray, que no son monos de feria cuyo objetivo es entretener, sino que están para enseñar.
Y a esto unimos que el profesorado siente que se les ubica como los malos de la peli, que hay una caza de brujas contra ellos. Así que cuando reciben una crítica, rápidamente la meten en el saco de “otra más” y de “a este quería verlo yo frente a la clase, un miércoles cualquiera”.
¿Qué soluciones tenemos? Los padres -que es lo que me toca-, la misión de hacer ver a nuestros hijos el maravilloso regalo que es poder formarse, y que esos centro y esos profesores que tan gustosamente pagamos merecen todo el respeto y están para ayudarnos a crecer. Los profesores: autocrítica, ganas de seguir creciendo, y acceso a los recursos que necesiten (en forma de reducir la ratio, de disfrutar de más medios, de enseñarles a gestionar situaciones complicadas). El alumnado: responsabilidad acorde a su edad.
Disfrutemos de esta bendita suerte, amigos.