Hemos perdido (si es que lo tuvimos alguna vez) una gran cantidad de espíritu crítico y de capacidad de razonamiento. Y esa pérdida nos lleva a que, a la hora de evaluar cualquier situación, acción, persona o iniciativa, nos posicionemos de forma clara o a favor o en contra.
Pues no. Lo lógico es que no sea o blanco o negro, sino que haya una infinita gama de grises en medio. Y ser conscientes de esa gama nos permitirá evaluar todo -incluso las injusticias- en su correcta dimensión.
De la mano de esta ausencia de grises nos llega también la acusación de equidistancia. Intentar comprender los motivos de ambas partes no nos sitúa en la equidistancia, sino que nos llenará de argumentos para poder actuar (y quizá defender a una de las dos partes, por supuesto, que no son excluyentes razonamiento y actuación).