Descubrimos este juego hace ya unos cuantos meses, de la mano de Fran y familia. Y nos encantó desde el minuto 1 (¡y los Reyes nos lo han traído este año!) La dinámica es tremendamente sencilla. En cada turno, el jugador al que le toca debe representar un elemento que le toca por azar (puede ser un concepto, un refrán, un objeto, un lugar…) ofreciendo una pista a los demás (la pista está también predeterminada).
¿Y con qué lo representamos? Pues ni palabras, ni gestos ni canciones. Lo representamos con unas cartas transparentes que, individualmente no cuentan mucho, pero en conjunto, sumados a nuestra imaginación (y a la de nuestros compañeros de juego), sí pueden representar el objeto que buscamos.
Por ejemplo, imaginemos que nos toca representar la Estatua de la Libertad. Y que la pista es “monumento”. Pues la representación que aparece en la caja del juego es perfectísima: