Tuvimos la suerte de descubrirla en el comienzo de la noche, recién estrenado el otoño. Aunque había leído mucho sobre ella, debo decir que nada fue comparable a poder disfrutarla en vivo: la iglesia de Santa María de Eunate, pequeña, solitaria y única, es de visita obligada para peregrinos y para amigos del románico.
Su planta es octogonal y la galería de arcos que la rodean la convierten en una joya que no nos cansamos de admirar. Desde luego, si tienes la ocasión de acercarte a Eunate, no la desaproveches.
Sin entrar en cuestiones sobrenaturales, en las que soy aún más ignorante que en las artísticas, quiero dejar un último apunte sobre los significados de su nombre, que todavía la embellecen más. Eunate significa, en euskera, “las cien puertas”, en lo que podría ser una alusión a esos arcos que la rodean (que no son cien, aunque sí -casi- exactamente la tercera parte). Eunate significa, en latín (aunque el “eu” nos lleva al griego), “bien nacido”, en lo que podría ser una indicación que es un lugar especial.
Resumiendo: una joya que debes visitar y disfrutar.