Quiero aprovechar el tema del tráfico para volver a tratar el recurrente asunto de los castigos. En muchas ocasiones se confunde castigo con consecuencia, pretendiendo que sean dos nombres (uno con mejor fama que el otro) para un mismo acto.
Si yo voy conduciendo a una velocidad muy alta es muy posible que me lleve una multa. Si yo voy conduciendo a una velocidad muy alta es muy posible que tenga un accidente. Pues bien: lo primero (la multa) es un castigo; lo segundo (el accidente) es una consecuencia. La multa no es la consecuencia de mi exceso de velocidad.
¿Por qué existen las multas? Porque no entendemos el porqué de las normas. Si comprendiéramos por qué no debemos ir a una velocidad exagerada, no iríamos jamás a esa velocidad. Por eso el agente de policía Stefan Pfeiffer se toma la molestia de dirigirse a los conductores que se dedican a sacar fotos en los accidentes (poniendo en peligro a otros conductores y a sí mismos y dificultando la intervención de los equipos de rescate) para que, además de pagar la multa correspondiente, sean conscientes de que es algo que no deben hacer: