Hoy me he llevado -y espero que vosotros también- una preciosa bofetada en la cara de mi soberbia, gracias a un vídeo en el que un periodista interroga a un trabajador sobre a quién va a votar. Tras la respuesta del trabajador, el ¿periodista? empieza a cuestionar la opinión del trabajador, preguntándose que cómo es posible que alguien como él vote a ese partido.
Y sí, yo también he pensado muchas veces que cómo es posible que ciertas personas voten a partidos que -en mi opinión- no defienden para nada sus intereses. Pero realmente, ¿somos alguien para cuestionar eso, somos alguien para cuestionar las opiniones o el punto de vista de otros? ¿Es nuestro punto de vista -fruto, oh, de nuestra sublime inteligencia- el único válido?
En el mencionado vídeo el trabajador argumenta punto por punto por qué su voto irá dirigido a ese partido. El asombro del periodista desde su pedestal se va incrementando gradualmente.
He pensado, viendo el vídeo, que todavía estamos en primero de democracia y no nos damos cuenta de que deben ser las personas (con sus ignorancias y sabidurías, con sus filias y sus fobias) quienes elijan a sus gobernantes, y no nuestro perfecto, informado y clarividente criterio. Curiosamente, ha coincidido hoy ser 25 de Abril.
O povo é quem mais ordena.
Y sí, si me preguntáis, estoy en desacuerdo en casi todos los puntos que esgrime el trabajador en el mencionado vídeo. Pero defenderé siempre su derecho a poder decirlo sin ser cuestionado.