En la palentina Tierra de Campos, a un tiro de piedra de Carrión de los Condes, y paso inexcusable del Camino de Santiago, se encuentra la villa de Frómista y, en ella, su principal joya: la iglesia de San Martín de Tours.
El viajero que la disfruta no puede evitar la sensación de estar ante una maqueta, por su demasiado perfecto estado.
Esta iglesia sufrió numerosas modificaciones y añadidos, principalmente en el siglo XV. A finales del siglo XIX su deterioro era tal que hacía necesaria una restauración, llevada a cabo -no sin polémica- por Manuel Aníbal Álvarez Amoroso que decidió eliminar todo aquello que se fue añadiendo a lo largo de los siglos, haciendo que volviera a su estado original. Este punto me lo explicó mi admirada amiga Belén (si no he entendido algo, corrígeme, que te escucharé con el gusto de siempre).