Creo que esta obra de Valdés Leal es la que más me ha impactado desde que la vi, por vez primera, en un precioso libro sobre la historia del arte que mis padres me compraron siendo niño.
Estremecedor el cuadro y estremecedor el mensaje. Estremecedor, sobre todo por cierto: más allá de la gloria que hayas alcanzado en este mundo, te vas al otro sin nada. Me puedo imaginar cómo era recibido ese mensaje por los ojos, las mentes y las almas de los habitantes de la Sevilla del barroco.
En primer plano, los cadáveres de un obispo y de un caballero de la Orden de Calatrava. Arriba, Dios (Cristo, por sus manos llagadas) evaluando en una balanza lo bueno y lo malo de esa alma que emprende viaje al otro mundo.
Estremecedor tenía que ser también asomarse al universo mental de Juan de Valdés Leal, este antagonista de Murillo que se especializó en obras de este tétrico estilo.