Se han oído muchas críticas -incluyendo la mía- acerca del fichaje de Lopetegui, seleccionador nacional de España hasta hace unos días, por el Real Madrid; también las ha habido por su destitución, un par de días antes de comenzar el Mundial, y a raíz de ese mismo hecho (el acuerdo entre el Real Madrid y Julen Lopetegui entraría en vigor tras el Mundial, no durante ni antes). Y se ha dicho que claro, que qué maneras, y que cuánto antimadridismo genera este Madrid. Y desde luego, a mí no me ha gustado que esto no se hubiera aplazado unas semanas (aunque entiendo las razones de unos y de otros).
Un buen y sabio amigo me comentó que si en lugar del Real Madrid hubiese sido otro equipo -el Betis fue el que mencionamos en la conversación- esto no habría tenido ninguna trascendencia. Y yo, que en ese momento estaba indignado con Madrid y Julen, tuve que darle la razón. Todo lo que el Real Madrid hace se magnifica. Y esa magnificación es entendible, todo hay que decirlo.
Y para muestra, tres botones:
- 15 de agosto de 1997. El Barça ficha a Rivaldo en el último día de plazo, ya terminando la pretemporada, dejando al Deportivo sin su máxima estrella y sin posibilidad de realizar nuevos fichajes.
- verano de 2013. El Celta acaba de fichar a su nuevo entrenador, Luis Enrique. El Barça -según la prensa, así que esto quizá deba quedar en la categoría de rumores- intenta ficharlo ese mismo verano, sin éxito. Meses después, y sin haber terminado la temporada (esto es habitual en todos los clubes y no escandaliza a nadie), Barça y Luis Enrique negocian el fichaje.
- enero de 2016. Augusto es uno de los puntales del Celta de Berizzo. El Atlético de Madrid de Simeone ve como uno de sus centrocampistas, Tiago Mendes, se lesiona. Así que el Atlético de Madrid ficha a Augusto a mitad de temporada, provocando (o al menos coincidiendo con) una pequeña crisis de juego (y resultados) en el Celta.
Comparado con esas tres muestras, que no son las únicas, el hecho de que el Madrid haya negociado con Julen Lopetegui su fichaje tras el Mundial me parece, de verdad, peccata minuta. ¿Qué opináis? Encantado de leer objeciones a mis argumentos, ya sabéis.