Pues no está demasiado claro. En resumen, no se sabe. Una de las teorías nos indica que, en los primeros tiempos del cristianismo, el emperador prohibió que los hombres jóvenes pudieran casarse y tener hijos, de modo que pudieran estar disponibles para la guerra (parece que los problemas de conciliación nos son nuevos). El obispo Valentín siguió realizando su labor sacerdotal en los matrimonios. Y acabó martirizado, algo nada extraño en aquellos tiempos.
Por otra parte, en Terni (Italia) podemos encontrar el sepulcro de un San Valentín en su bonita Basilica di San Valentino. Y sí, allí celebran una fiesta cada 14 de Febrero, la fiesta de la Promesa, en la que las parejas que aún no se han casado se prometen amor y los ya casados prometen seguir manteniéndola.
Para Sarai, por darme a conocer la existencia de Terni.