En los últimos días, y a raíz de saberse que en la Cabalgata de Reyes de Vallecas (Madrid) participa una carroza LGTBI, se ha formado un intenso debate sobre el tema.
Antes de dar mi opinión, me gustaría dejar claras dos cosas que creo que son objetivas:
1) la política, siempre la política: al gobernar en Madrid un partido X, los del partido Y aprovecharán para indignarse y poner el dedo en todos los atisbos de llaga que aparezcan. Esto sería igual si gobierno y oposición estuvieran cambiados. Nada nuevo. En la misma línea: desde luego que puede haber personas que se posicionen en uno u otro bando con respecto a este tema solamente por odio al contrario. Nada nuevo, repito.
2) rigor con la Historia (o al menos, rigor con la historia). Ciertamente sobrarían muchos participantes si lo que buscamos es ese rigor, no solamente esa carroza.
Dicho ello, aquí va mi opinión: la Epifanía, la visita de los Reyes Magos al niño Jesús, es un intento de incluirnos a todos, porque esos tres hombres sabios representan a todo el mundo conocido por los escritores de los evangelios. Con esas tres razas (nórdicos, caucásicos, negros) estamos toda la Humanidad representada, es un precioso canto a la diversidad. Nadie podría decir: “oh, los negros no tienen cabida” o “los nórdicos no tenían relación con el Israel del siglo I”. No. Todos incluidos. Es una reafirmación de que nadie se va a quedar marginado por ser diferente, y una enseñanza al público (los pastores) de que, efectivamente, existen otras razas. Es, sobre todo y no me canso de recalcarlo, una celebración de la diversidad.
Creo que no es necesario explicar nada más.