En mi infancia yo era un lector compulsivo (sigo siendo lector, aunque no tan compulsivo) y leía prácticamente todo lo que caía en mis manos. Y creo que lo que más disfruté, al menos durante una época, fueron las aventuras de Los Cinco, de Enid Blyton: las correrías de Julián, Dick, Ana, Jorge y Tim eran una auténtica delicia.
Ahora, gracias a Dani, estoy teniendo la suerte de volver a revivir esas historias. Conservan el aroma (también el aroma físico) de hace décadas, y creo que Dani está disfrutándolas tanto o más que yo. Me ha encantado recordar de nuevo las estupendas meriendas, desayunos (y comidas, y cenas) que esos chicos se zampaban, he vuelto a escuchar la expresión “se desayunaron”. Y me ha chocado -en estos educados tiempos- reencontrarme con expresiones y situaciones que hoy seguramente borraríamos: expresiones racistas y expresiones machistas, pero que reflejan perfectamente en ambiente en el que los niños se movían. A cambio, la situación de la niña que quiere ser niño se vive con absoluta normalidad.
Si tenéis ocasión, os invito a disfrutar de esta lectura. A ser posible, con las traducciones de hace 30-40 años, no con las de ahora que, como ya hemos visto en algún post, parecen ser bastante pobres.
Bonus: ¿por qué tanta gente decía “Enid Bluton”, en lugar de “Enid Blyton”?