El experimento que os cuento hoy fue realizado por el sociólogo Karl Alexander, de la Johns Hopkins University. Es un experimento realizado con alumnos de los cinco primeros cursos de Primaria. Se les realizaron diferentes tests de lectura y matemáticas. He aquí los resultados de las pruebas de lectura, clasificando a los alumnos por su clase social (alta, media o baja):
Clase | 1º | 2º | 3º | 4º | 5º |
---|---|---|---|---|---|
Baja | 329 | 375 | 397 | 435 | 461 |
Media | 348 | 388 | 425 | 467 | 497 |
Alta | 361 | 418 | 460 | 506 | 534 |
¿Qué vemos en esta tabla? Que la diferencia se va incrementando (al menos, en valor absoluto) conforme pasan los años (cada vez los niños de clase alta le llevan más diferencia a los de clase baja). Para arrojar más luz sobre las posibles causas de esta diferencia, Alexander decidió hacer un segundo test, no solamente al final de curso, sino también al comienzo. De ese modo iba a poder saber cuánto mejoraban los niños durante el curso y cuánto mejoraban durante las vacaciones de verano. Y aquí viene lo más interesante del experimento:
Variación durante el curso:
Clase | 1º | 2º | 3º | 4º | 5º | Total |
---|---|---|---|---|---|---|
Baja | 55 | 46 | 30 | 33 | 25 | 189 |
Media | 69 | 43 | 34 | 41 | 27 | 214 |
Alta | 60 | 39 | 34 | 28 | 23 | 184 |
¡Anda! A lo largo de los cinco años (columna “Total”) vemos que prácticamente no hay diferencias, sobre todo entre la clase alta y la baja. De hecho, los niños de clase baja aprenden un poco más que los de clase alta. Entonces, si la diferencia no se crea durante el curso… ¿cuándo?
Efectivamente, durante el verano. Veamos la variación durante el verano:
Clase | antes de 2º | antes de 3º | antes de 4º | antes de 5º | Total |
---|---|---|---|---|---|
Baja | -3.67 | -1.70 | 2.74 | 2.89 | 0.26 |
Media | -3.11 | 4.18 | 3.68 | 2.34 | 7.09 |
Alta | 15.38 | 9.22 | 14.51 | 13.38 | 52.49 |
Durante esos cuatro veranos podemos decir que los niños de clase baja no aprenden absolutamente nada (0.26 de incremento), mientras que los de clase alta se disparan (52.49). Es decir, ese incremento de la diferencia a lo largo de los años se fragua en los veranos.
Éstos son los datos. Las conclusiones pueden ser múltiples. Para mí, la razonable es que, si pones recursos (tiempo, material educativo) al alcance de tus hijos, los niños responden. ¿Qué opináis?
Descubrí este experimento gracias al libro “Fueras de serie”, de Malcolm Gladwell (gracias, papás :* ).