Santiago de Compostela, lugar de visita obligada, está llena de rincones mágicos, de leyendas y de realidades. Uno de esos rincones es la Plaza de la Quintana, a la cual Federico García Lorca (andaluz) dedicó un bello poema (en gallego).
¡Si, a lúa, a lúa
coronada de toxos,
que baila, e baila, e baila
na Quintana dos mortos!
Esta plaza tiene dos alturas (y unas escaleras entre ambas), y cada altura recibe su nombre: A Quintana dos vivos (la superior); A Quintana dos mortos (la inferior). Esta parte inferior fue cementerio, de ahí su alusión a quienes allí reposaban.
Y si podéis visitarla de noche, no olvidéis ver la sombra del monje ahorcado, silencioso guardián de la catedral.