Hace unos días, a raíz de este cuadro de Valdés Leal, sugerido por mi amigo Álvaro Espejo, surgió un comentario habitual ante esta escena bíblica: “menudo padre, sacrificando a su hijo porque Dios se lo pide”.
Y, como de costumbre, ahondamos en el tema, porque es la paternidad un tema que nos interesa. Y hablamos de que el Dios Sociedad a veces te pide que sacrifiques a tu hijo entregándolo a un colegio, aunque haya otras formas de educarlo. Y hablamos de que el Dios Dinero a veces te pide que sacrifiques a tu hijo yéndote tú a trabajar, aunque haya otras formas de vivir.
Y, visto así, o Abraham deja de ser malo… o pasamos todos a serlo.