Hace unos días descubrí un maravilloso blog, Fronteras, dedicado a curiosidades geográficas. Y allí me enteré de la siguiente:
A unos cuarenta kilómetros al norte de Ginebra, nos encontramos con un bar que es atravesado por la frontera francosuiza. En concreto, la frontera coincide con la barra del bar. Y claro, tenemos a los clientes en Francia y al barman en Suiza.
Y por si fuera poca curiosidad la de estar en diferentes países, todavía se acrecienta cuando nos damos cuenta de que cada país tiene su moneda (euro en Francia, franco en Suiza).
Lógicamente, admiten ambas monedas, aunque los precios legalmente deben estar en francos. Así que, si cobran en euros, hacen la conversión a francos.