Nos situamos en las primeras décadas del siglo XIX. En concreto, en el año 1829. El comerciante Antonio Armijo, junto con el explorador Rafael Rivera, estaban buscando una nueva ruta comercial entre Santa Fe (Nuevo México) y Los Ángeles, cuando llegaron a una zona de manantiales, extrañamente fértil en aquel desierto. Así que decidieron llamarlo “Las Vegas”.
Hoy no es una ciudad que viva especialmente de su fertilidad, como todos sabemos, sino del juego.
Buena puntería, Sergio 😉