Victor Noir murió el día anterior a su boda, víctima de un disparo, tras meterse en una disputa entre su jefe y un primo de Napoleón III. Pero, desafortunadamente, eso es demasiado habitual como para convertirlo en protagonista de este post.
El escultor de la tumba decidió esculpir a Victor Noir tal como se había ido al otro mundo, con una erección… intensa.
Su tumba se encuentra en el cementerio Pere Lachaise, y es costumbre entre las chicas que lo visitan cumplir el ritual de dejar unas flores en su sombrero, besar sus labios y aplicar un generoso masaje sobre su principal particularidad. Como podréis suponer, el paso del tiempo ha desgastado muchísimo esas áreas de la estatua. Una sobre todo, hay que decirlo.
Me enteré de esta historia mediante la siempre sorprendente Nieves Concostrina. Gracias!.