El delantero se iba solo hacia la portería, defendida por el portero, que duda entre salir o no salir. Viendo la situación, el defensa más cercano, grita al portero: “¡sal·le!”. Curiosa combinación de palabras, que se puede pronunciar pero no escribir. Porque claro, no le vamos a decir “salle”, que se leería “[‘sa-lle]”.
Me puso sobre la pista El Gatsby.