Detrás de cada logro, tanto de los grandes como de los pequeños, hay un camino y un esfuerzo. Esfuerzo que no siempre se ve recompensado con el logro, pero que no por ello queda en saco roto.
No es cierto que podamos lograr todo lo que nos proponemos, pero sí es cierto que detrás del equipo de fútbol que no consigue el ascenso, del estudiante que no logra su nota mínima, del alpinista que no corona la cima o del empresario que tiene que cerrar su negocio hay horas de esfuerzo, sufrimiento y preocupación. Hay aprendizaje y hay un descubrimiento de nuestras propias capacidades, no infinitas, porque no somos dioses, pero sí descomunales, porque estamos llamados a serlo.
Seguramente mañana Duolingo me anime a publicar mi logro, un número redondo y bonito, 2300 días (si lo consigo), pero he preferido mostraros un paso previo. Menos bonito, pero igual o más meritorio.
Los libros de segunda mano -libros de segundo corazón, podríamos decir en muchos casos- son tesoros que ya han pasado por otras almas y que, más allá de dar un segundo uso, nos regala la ocasión de sentir, disfrutar y aprender donde otros sintieron, disfrutaron y aprendieron.
En ellos podemos encontrarnos joyas en forma de papeles, de anotaciones o de dedicatorias (siendo quizá, estas últimas, las que más tocan el alma). Os invito a recorrer las estanterías de vuestros padres, abuelos, tíos, y a tocar, oler y leer. Es una preciosa forma de conexión con las generaciones que nos antecedieron. Si aún tenéis la suerte de tenerlos en esta vida, hablad con ellos sobre aquellos libros.
Por otra parte, quería contaros que todos los años, desde el colegio de Tirán (Moaña), se propone un mercadillo de libros de segunda mano, un mercadillo solidario. Y ayer encontré algo cuya existencia nunca me había planteado: un Romeo y Julieta bilingüe. Cada par de páginas nos encontramos con una página en inglés y su traducción al castellano. Sin ser dedicatoria, anotación o papel es, de verdad, una joya.
«El rey de España tiene un palacio en las nubes», decía la nobleza europea, refiriéndose a Felipe V y a su palacio de La Granja. Hoy os invito a un paseo por sus jardines, disfrutando de esta coreografía.
Hemos convertido en criticables, al menos en España, los términos progresista y elitista.
Ambos (sí, ambos, aunque lo de elitista no lo veamos de nuestra superioridad moral) son cumbres a lograr: progresista lo es porque necesitamos una sociedad mejor, más igualitaria, más sana, que cuida al planeta y a sus habitantes; elitista lo es porque necesitamos que los mejores lo sean cada vez más: del mismo modo que nos sentimos orgullosos de que nuestros deportistas toquen el cielo, así debe ser también con científicos, investigadores o literatos.
Ni progresía implica pérdida de valores ni elitismo implica denigrar a quienes no forman parte de la élite.
Aunque hablamos de (mucho) amor, no hablamos de un triángulo amoroso. Guiomar fue musa, aliciente y salvadora de un Antonio Machado que pasaba por la peor época de su vida tras el fallecimiento de su amada Leonor (esto -su relación con Leonor- da para tema de otro post).
Inicialmente y durante años se pensó que Guiomar era un personaje imaginario en el que Machado volcaba su amor, su creatividad, su deseo y su pasión. Pero en 1950, gracias a Concha Espina, se desvelaron unas cartas para Guiomar, que incluían otro nombre más, que se ocultó para la publicación de esas cartas. Desde este momento ya se supo (o supuso) públicamente que Guiomar era alguien real, pero no se sabía de quién se trataba.
Naturalmente, en los corrillos literarios había rumores sobre quién podía ser esta Guiomar; todo se desveló cuando, en el año 1981, se publicaron de forma póstuma las memorias de la poeta Pilar de Valderrama, fallecida dos años antes. El título ya nos dejaba claro el contenido: «Sí, soy Guiomar».
Hablemos, pues, de Pilar: cuando ella tiene 38 años se entera de la infidelidad de su marido y decide viajar a Segovia buscando distancias y soledades. En Segovia conoce a Antonio y, como no era de extrañar entre dos almas que vibran en sintonías similares, surge el amor. Ella le advierte de que está casada y que aquella relación no debe ir más allá. E inician una amistad enamorada. Se ven semanalmente, en paseos por Segovia o un café en Madrid. Hasta que en 1935 deciden continuar la relación solamente por cartas. Un año después, Pilar y familia se exilian y se van a Estoril. Allí, ya con fronteras cerradas, no hay forma de comunicarse por carta y se termina ese intercambio.
Os quiero regalar, para terminar, un poema que me parece bellísimo, de Pilar de Valderrama, y que creo que refleja perfectamente su sentir, su amar y su vibrar:
Este dolor y gozo que he sentido es fiel reflejo de mi extraño amor: que es un placer con mezcla de dolor y es un dolor que lleva al gozo unido.
Yo hubiera en el momento aquel querido arrojarme en sus brazos sin temor, y del dolor y gozo en el temblor sobre su corazón haber gemido.
Llanto a un tiempo de pena y de alegría: pena, porque en el alma me dolía esa culpa de amor que cometí;
gozo, porque en la misma culpa mía mi feminidad toda le ofrecía, y con dolor y gozo se la di.
(Al final de este post incluyo unos enlaces: allí podéis escuchar este poema, con la música y la sublime voz de Sheila Blanco, como parte de su disco Cantando a las poetas del 27).
Pilar de Valderrama https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=41f1de73-0521-4f46-9efd-0ae82644d603