Las reglas del concurso eran sencillas: el concursante se encontraba frente a tres puertas. Tras una de ellas hay un coche; tras cada una de las otras dos, una cabra. Suponemos que el premio deseado es el coche.
El concursante elige una. Antes de abrirla, el presentador abre una de las otras dos (la que tiene la cabra). Y le ofrece al concursante la posibilidad de cambiar.
La pregunta es: ¿debería cambiar?
La intuición nos dice que no, que realmente hay las mismas posibilidades de encontrar el coche cambie o no de puerta.
Pero una columnista de un diario llamada Marilyn vos Savant, que respondía preguntas de los lectores, publicó que sí, que debería cambiar de puerta, que matemáticamente era más probable encontrar el coche en la puerta no elegida.
Miles de cartas llegaron a la redacción indicando que estaba equivocada. Desde luego, algunas con menciones a que era una mujer (no podían faltar, desde luego).
Y sí, es más probable conseguir el coche si cambias de puerta.